Darío Canton | Escritor & Poeta
ENTREVISTAS | En medios digitales

Cinco para Darío Canton

2022

Hernán Bergara

1. En De la misma llama. Malvinas y después, sugiere la idea de construirse una tumba "que pueda ser visitada / de acá a tres mil años". Como si la escritura fueran esos objetos que acompañarán para siempre al cadáver del tiempo. Me interesa cómo se pone en juego el concepto de lectura aquí. ¿Leer tendrá que ver con profanar, con des-sellar, con desenterrar?

La aspiración es que leer sea re-crear, poder tener algún atisbo acerca de la vida de esta persona y del medio y las circunstancias en las que vivió. Obviamente no tengo manera de saber si mi olfato ha sido bueno, pero apunto a eso, a dejar huellas que permitan, aunque sea imperfectamente, reconstruir un todo o alguna de sus partes. Unamuno, del que hablaré después, quería vivir para siempre, incluso físicamente. Como soy menos ambicioso que él, mi aspiración es la de seguir siendo leído durante mucho tiempo, tal como leemos hoy a los clásicos de distintas lenguas.

Sé que muchas personas a las que respeto tienen en poco aprecio lo que digo. Pero es lo que me ha movido a escribir, a tratar de que detrás de mí queden algo más que descendientes.

Pienso que este intento está dirigido a ser más comprensible mi trabajo poético.

2. En su poema "Costumbres" se lee:

En los sueños también
cuando encuentro
algo de interés
me dispongo
a anotarlo
(las señas
de alguien
que daba clases;
de qué
no sé)

Esas "señas"… ¿Puede su escritura ser pensada así, como el registro de las "señas" del lenguaje no verbal del tiempo? Registrar, transcribir, clasificar. ¿Qué orden de importancia le daría a estos infinitivos para su obra?

Si entiendo bien, el registro es lo que viene primero: es el espermatozoide. Desde ese punto de vista, tendría importancia decisiva, ya que sin él no habría nada. El registro viene para mí de muy diversas maneras. Las he descripto en mis "cuentos de poemas", que incluyen no sólo poemas sueltos, sino también textos orgánicos como La saga del peronismo, La mesa. Tratado poeti-lógico, el Abecedario médico Canton. En los mejores momentos, es algo que me hace muy feliz. Y agradecido, porque no es algo que implique deliberación, propósitos de alcanzar algo. Simplemente se da.

La transcripción tiene más de una faceta. Siempre trato de hacerla en caliente porque lo que se me ocurre viene con ciertas palabras y un ritmo peculiar que debo anotar de inmediato para que el poema resista como construcción verbal: que se pueda leer bien, que diga algo significativo, que sea contundente. Suele ser el caso de los poemas cortos, de cinco o seis líneas, como sentencias (algunos de los poemas de tapa de Asemal y muchas de las definiciones del Abecedario médico, por ejemplo). Pero incluso en poemas más largos, como el comienzo de La mesa, también muestran cómo funciona en ocasiones la cabeza del autor.

En lo que he dicho hasta ahora, he tenido presentes los momentos más felices de la escritura de cualquier autor, me parece. Cuando a uno se le ocurre algo que le parece que vale la pena y logra plasmarlo de manera satisfactoria para él. Pero no todo es tan simple la mayoría de las veces. Lo he documentado también con mis cuentos de poemas, entre los que se destaca el de "Toma la sopa" con más de 30 versiones a lo largo de cuatro días si mal no recuerdo. Y a lo largo de los años, antes de la publicación de mis libros, he sido concienzudo dactilógrafo de mis textos, copiándolos una y otra vez para tratar de mejorarlos.

En cuanto al ítem "clasificar", si por tal se apuntara a explicitar acerca de qué temas aborda este autor, diría que tengo … "familias". Una es la vinculada con las familias de origen y propias del autor: padre y madre, hermanos, hijos, esposas, primos, tíos, antepasados (véase Poemas familiares y otros textos). Poemas de amor: suena muy cursi, pero es así. Hay un libro básico sobre esto, que es Poamorio, del que se hizo incluso una traducción al inglés. Por su contenido y presentación, es algo de lo que me siento orgulloso. Y es una serie que, como la de los poemas familiares, ha tenido alguna continuidad.

Hay una tercera serie que es la de Corrupción de la naranja. Pienso que más allá del poema homónimo, la serie de textos incluidos allí ha mantenido su continuidad a lo largo del tiempo, en Asemal, la serie autobiográfica De la misma llama y en el todavía inédito Atado al árbol de la escritura.

A lo anterior agregaría La saga de peronismo, poema político en algún sentido, fruto de una "iluminación" movilizadora. Con ella, como dije, alcancé la que llamé mi "graduación poética", corroborada por la consulta de los diccionarios etimológico de Corominas y de métrica española de Tomás Navarro Tomás.

Animales distintos son La mesa y el Abecedario médico, a los que incluiría en la serie de "poeti-lógicos" (lectura no convencional con el aire más natural del mundo). Desparpajo verbal formulado con seriedad y convicción. Presente, de laguna manera, también en Clea. Folletín platónico (inédito).

Falta mencionar los alrededor de doscientos cuarenta textos de Asemal (1975-1979), en que aparece algo de lo que hasta aquí hemos hablado, más los poemas de Fuero íntimo incluidos en el tomo VIII, volumen 1 de la serie De la misma llama.

En definitiva, la primera alternativa (registrar) que se me plantea es la decisiva. Tiendo a creer que elección entre las otras dos (transcribir, clasificar) varía según los poemas.

3. En su poema "Ayer y hoy" enumera desde el gol de Severino Varela a River a los acontecimientos de la Segunda Guerra, pasando por la jovencita que quiso llamar la atención del poeta hasta llegar a otra jovencita que quiso no llamar su atención. Pero en el medio de este poema, elige el giro "para no mencionar los avances/del Ejército soviético…". Me detengo en ese "para no mencionar", ese que sin embargo le habilita a mencionar todo lo que sigue. El criterio de inclusión y de exclusión de elementos queda así perturbado, enrarecido. ¿Qué puede decir sobre éste? ¿Por qué entra lo que sin embargo esta voz poética admite que debería salir, y sale lo que algunos entrevistadores le sugieren, sintomáticamente impotentes, que debería entrar (opiniones políticas, por ejemplo en Rapallo)?

Esta pregunta me da pie para un cuento del poema que hubiera podido escribir acompañando el texto que se publicó. Estaba entonces por cumplir 78 años y hacía cerca de uno de mi última separación matrimonial. Veía con cierta asiduidad a una mujer mucho más joven a la que le hice la observación que dio lugar a lo que se dice en el poema. Esa respuesta me llevó a lo que también cuento acerca de una experiencia adolescente. El recuerdo, en este caso, me movió a intentar escribir un poema en el que pudiera conjugar ambos episodios.

Como soy puntilloso y quería darle un marco adecuado al contraste entre hechos separados por más de sesenta años, me fui a la Biblioteca Tornquist, instalada en el interior del Banco Central de la República Argentina en la calle Reconquista 266. Allí pedí creo que La Nación, que era el diario que se compraba en la casa de mis padres, el mismo que yo había leído hacia 1943. De allí saqué el dato de la temperatura del día del partido y de ediciones contiguas las referencias que aparecen vinculadas con la Segunda Guerra Mundial y sus avatares, así como detalles locales, más anecdóticos, pero también de gran significación, como el remate de las blusas de Miguel de Molina y la mención de actores y actrices muy populares del cine y el teatro de entonces.

En suma, mi propósito había sido (y entendí que estaba logrado) hablar de dos instancias de mi vida personal en el marco de cada momento. Para el pasado, con mi búsqueda bibliográfica; en el presente, con lo que le estaba ofreciendo al lector en primera persona.

Pero hay más en todo esto. En primer lugar, en 1943 yo estaba en cuarto año del Nacional. Tenía como profesora de castellano a Leopoldina Aguirre, parienta en algún grado de Victoria Ocampo. Era muy nacionalista, con lo que eso significaba por entonces: acérrima defensora al menos de Franco y compañía. Era también gran admiradora de Miguel de Molina. En tiempos de gran homofobia, que llegó hasta la década de 1970 en mi recuerdo, ella no encontraba contradicción en su aprecio por el arte de Miguel de Molina. Fue por otra parte, la mujer que ante mis permanentes cuestionamientos adolescentes me sugirió que leyera a Unamuno, lo que de algún modo cambió mi vida, pasó a ser mi padre intelectual.

En cuanto a lo de mi uso de "para no mencionar…" con la que introduzco una enumeración de hechos tomados del diario, me declaro inocente de todo propósito avieso y me someto a la opinión de lectores como vos.

4. ¿Qué opina de ese juego que consiste en repetir una palabra hasta que se vuelva un puro sonido sin significado?

Es una experiencia a la que he estado ajeno, de la que nuca que me he valido. Supongo que no puedo tener opinión sobre ella. Por lo poco que sé, lo asocio con prácticas religiosas orientales. No tengo presente haber leído poemas con la base de este recurso, con lo cual me declaro ignorante de este recurso.

Lo único que recuerdo de lo que he escrito como hipotéticamente vinculable con la pregunta es el poema "Canción del trabajo (rítmico-encantatoria) de la ardilla (in crescendo hasta el grito; luego recomienza. Se interrumpe por éxito o por cansancio)" (Asemal 20, p. 6). Tan importante fue lo del ritmo que en su momento le comenté a Juan Andralis que quería acompañar el poema con una anotación musical que reflejara cómo el autor lo cantaba. Me conectó con un gran amigo suyo, músico de avanzada, Mariano Etkin, y fui hasta el departamento en el que vivía, en el barrio de Palermo, para cantarle más de una vez, a él sentado en el piano, la melodía. Su transcripción es la que figura debajo del poema. Muchos años después, en La yapa II, hice lo mismo con dos cantos profanos de la escuela secundaria, transcriptos por Luciana Di Milta.

El poema me vino como una frase muy elemental, absolutamente rítmica, que me forzaba a repetirla incansablemente. No puedo explicar por qué ni cómo. Lo único que recuerdo es que en la misma época teníamos en la familia, con hijos de corta edad, una jaula con dos hamsters, que daban incansablemente vueltas a una rueda.

Desde el punto de vista de lo que cuento, puedo decir que es el más musical de mis poemas.

5. El que se desnuda en público… ¿Se expone o expone más bien a los demás?

Prefiero hablar sólo sobre mí mismo. Pienso que quizá me he expuesto demasiado en la serie autobiográfica De la misma llama, aunque también es cierto que he tenido lectores contemporáneos muy comprensivos. ¿Por qué he hecho lo que hice, al menos en relación con todo lo más íntimo mío y mis más particulares afectos? Entiendo que es por intentar dar cuenta de circunstancias de una vida con el mayor detalle posible. Es una aspiración, naturalmente, que se apoyó en múltiples recursos, fotografías y datos de todo tipo, incluidos los económicos. Deberían haber sido parte de la serie grabaciones musicales que traté de suplir con menciones de orquestas y carátulas de discos, así como el registro de la voz del autor y el detalle de cómo se movía, algo que pasó a estar, aunque en forma limitada, en mi página web.