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III. La vida entre dos orillas

a) El presente en Carmelo (1935-1936)

La vida entre parientes uruguayos (abuelos, tíos, un primo), no es la misma que antes. Quedo solo allí. Me allano a mi suerte. Con sus momentos mejores y peores, ha de contribuir a forjarme como autosuficiente, reservado con lo más íntimo mío. Aprendo con una maestra particular el material de los dos primeros grados en unos meses. Ingreso en la escuela pública, en tercero, en 1936. Canto en un coro y bailo «La firmeza» y el pericón en una velada en el teatro Uamá. Me familiarizo con todos los rincones de la casa, incluidos aquellos en los que se guardan diarios y revistas viejas, así como con los volúmenes de las bibliotecas de mis abuelos. Figuran entre ellos los tomos de un Diccionario Hispanoamericano. Las visitas al cementerio me dicen de dónde vengo. También los retratos y fotos colgados en la sala y en el escritorio del abuelo Serapio. Como los chicos de mi condición social, junto figuritas. También voy a la playa, juego al fútbol y sufro cuando pierde la selección argentina.

b) El pasado en el Uruguay (1774-1913)

Los objetos más antiguos que me han quedado son dos monedas, una de plata (1774) y otra de oro (1819). Viene después el registro de fechas de nacimiento, casamiento y muerte de miembros de la familia, entremezclados con sucesiones, boletas de marcas de ganado y constancias de entregas de animales a las tropas. También herramientas de un joven albañil francés llegado en 1839, comunicaciones personales y así. Entre ellas aparecen, a partir de mediados del siglo XIX, imágenes que empiezan con un daguerrotipo. Son las que han de testimoniar la sobria prosperidad de los retratados y sus logros, incluidas las viviendas en el pueblo y en el campo. Una querella sobre abuso de la libertad de escribir algo dice sobre Carmelo a principios del siglo XX. Dos álbumes de marcas de cigarrillos ilustran sobre la propaganda de la época y las figuras de moda.

c) El pasado en la Argentina (1913-1928)

Mi padre, Felipe Canton, se instala en Nueve de Julio y abre consultorio, como médico cirujano, en junio de 1913. Allí nacerán, en su domicilio, asistida su esposa por él, los tres hijos varones.