Darío Canton | Escritor & Poeta
PUBLICACIONES | Literatura | De la misma llama - Nue-Car-Bue (1928-1960)

Un pasado hecho obra

La Nación | Noticias de ADN Cultura | Sábado 25 de abril de 2009
Pablo Gianera

Nunca es prudente hacer este tipo de afirmaciones, pero es tentador decir que posiblemente no exista en el mundo otro libro como éste. En realidad, ni siquiera se trata de un libro sino más bien de un proyecto; de un viaje al fondo de una biografía con estaciones cronológicas desplegadas en una serie de libros que llevan De la misma llama como título general. En esos volúmenes, el poeta y también sociólogo Darío Canton (9 de Julio, Buenos Aires, 1928) decidió contar su vida. Claro que la palabra "contar" suena escasa a la luz del resultado: como un arqueólogo de sí mismo, el autor acumula textos, datos, imágenes, documentos relevantes e irrelevantes. De la serie se habían publicado hasta ahora Berkeley (1960-1963), Los años en el Di Tella (1963-1971) y De plomo y poesía (1972-1979) . El título de éste, el sexto volumen, Nue-Car-Bue , alude a las sucesivas residencias del poeta (Nueve de Julio, Carmelo, Buenos Aires) y cubre el período que va de 1928 a 1960, definido por Canton como "De hijo a padre". Están entonces su infancia en la localidad bonaerense, donde su padre se desempeñaba como médico, pero también los años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde tiene como compañeros a Ramón Alcalde, Noé Jitrik y David Viñas, y donde conoce a H. A. Murena.

El crítico Martín Prieto señaló una vez que, con su poema "La corrupción de la naranja", de 1968, Canton fue en cierto modo un precursor de la poesía objetivista argentina de la década de 1980. Sin embargo, un núcleo de esa poética aparece ya en una anotación presuntamente fechada hacia 1955 que se lee en este libro: "La poesía sólo puede ser tal si parte de cosas concretas [...]. Hasta el estado más lírico, más sugestivo, debe enraizar profundamente y estar construido con los elementos más a tierra". La idea podría desviarse hacia este tomo de De la misma llama. Las reproducciones de los boletos de propiedad, los cuadernos de la escuela primaria, los recibos de mercerías, los libros infantiles, la infinidad de fotografías, las revistas Billiken no parecen destinadas a satisfacer alguna pretensión de verosimilitud sino a darle consistencia material a las palabras. En su conjunto, estas imágenes y los textos que las acompañan (poemas, pero también epígrafes) conforman una especie de extravagante obra completa: la vida completa convertida en obra. Pero, ¿por qué querría uno recorrer más de setecientas páginas de minucias y documentos de una vida ajena? Tal vez porque, además de las invenciones poéticas que allí esperan, en el pasado de ese hombre observado microscópicamente, como en el pasado de cualquier otro, hay también restos vicarios del propio.