Darío Canton | Escritor & Poeta
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La Gaceta

La Gaceta | San Miguel de Tucumán, domingo 14 de junio de 1970
Raúl Gustavo Aguirre

Por cierto, lo que aquí se propone como poesía no ha de contar con el favor de los intelectos sensatos. Por suerte, la poesía no es ni ha sido nunca para ellos.

Insólito desde un comienzo (en la cubierta se imprime el poema Nº29, en la solapa el 30, la portada hay que buscarla en la mitad del volumen, después del índice y el colofón, etc.), es insólito hasta el fin: se trata de un poemario de amor, como el título lo sugiere, pero el amor está presente en estas páginas bajo la forma de lo que llamaríamos "un lirismo sexual", es decir, un lirismo que no juega en sus tradicionales formas de sublimación e idealización sino que se concreta como voluntad de expresión de las relaciones eróticas en su más directa inmediatez. En un primer momento, lo insólito de este lirismo puede sorprender, y aún rechazar, pero a poco advertimos lo difícil, lo aventurado y –por qué no decirlo- lo trascendente del intento. Se trata de desmitificar el amor, si queremos, pero mejor o más simplemente: de expresarlo. Y expresar es tarea insobornable de la poesía, que el autor emprende contra todo riesgo y todo límite.

Se podrá, tal vez, disentir con los resultados, pero no con lo que este libro trae de nuevo y estimulante para la poesía que se escribe entre nosotros: la voluntad de asumir los peligros y las dificultades de querer existir en la verdad de lo que se tiene, de lo que se vive, por poco que parezca, y no en el diestro ejercicio de una convención. No quiere decir esto, inclusive, que semejante actitud suponga la garantía del éxito, pero por lo menos nos muestra lo que denominaríamos una ética de la palabra, que se suma al conjunto de sinceridades, altamente molestas para las mentes autoritarias, en que "incurren" las nuevas generaciones en el mundo de hoy.

Y es en este sentido en el que nos parece importante el libro de Canton, donde, por añadidura, no faltan páginas que pueden satisfacer a espíritus más acostumbrados a lo admitido, como Historia o Instrucciones para olvidar, que después de Cortázar ya no escandalizarán como antes de él. Porque si hay algo que se ve con claridad es cómo la literatura amplía los espacios mentales, cómo nos puede sacar de la bárbara "estrechez de miras", y nos puede convertir –Dios mediante- en seres dotados de preciosa, curiosa, inteligente, disponible y comprensiva humanidad.